Soñar hasta morir

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En mis años universitarios, cuando iba a almorzar a casa de mis abuelos, era común que mi abuelo tuviera ideas que compartir sobre cómo ayudar al país en los difíciles momentos que vivimos. Mi abuelo tenía cerca de 80 años y no dejaba de pensar en cómo hacer realidad uno de sus sueños: que Venezuela viviera en libertad y los venezolanos fueran felices.

Gracias a Dios, he estado rodeado de gente, que me ha empujado a soñar, a tener ideales grandes y nobles. Mejor aún, han mantenido el empuje para que también los sepa hacer realidad. Debe ser por esto, que nunca he hecho mucho caso a las no pocas personas que, al contarle mis sueños y ambiciones,  me han llamado idealista, ingenuo o me han dicho “cuando yo era joven, pensaba como tú pero ya la vida te enseñará”.

No les falta razón a aquellos que dicen “la vida te enseñará”. Es verdad, la experiencia te muestra que los sueños y metas se verán llenos de dificultades. Pero, se equivocan, si piensan que eso es escusa para abandonarlos. Abandonar los sueños es rendirse ante el mal. Por eso, quienes así obran, se llenan de pesimismo. Por el contrario, quienes a pesar de las dificultades, insisten, de un modo y de otro, a lo largo de toda la vida por hacer realidad sus metas, se llenan de optimismo y son capaces de encontrar caminos para seguir trabajando por su ideal.

Un refrán popular que he oído muchas veces: el mundo fuera mejor si los viejos pudieran y los jóvenes quisieran. Yo he conocido muchos jóvenes y viejos, que quieren, pueden y hacen mucho. Ambos comparten lo mismo: un compromiso personal de no abandonar nunca, no importa los contratiempos, la lucha por sus sueños. 

11 ideas para ayudar a estudiar a tus hijos

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Este texto intenta ofrecer ideas prácticas de lo expresado en el artículo ¡Que jueguen los niños!
Recomiendo que lo lean para entender mejor lo aquí transmitido. 
 
 
Las 11 ideas:
1.       Proponer metas para cada sesión de estudio y no interrumpirlo hasta lograrlas. Por ejemplo: definir un tiempo continuo de estudio, fijarse un determinado número de capítulos o páginas, acabar unas determinadas asignaciones. Esto ayuda a fomentar la constancia, la perseverancia y el espíritu de sacrificio. 
 
2.       Enseñar que cuando no se entiende algo, conviene pedir ayuda en vez de abandonar la tarea. Esto ayuda a fomentar la humildad (conciencia de necesitar ayuda) y la costumbre de pedir consejo.
 
3.       Enseñar a preparar un plan de trabajo. Organizando los deberes por importancia, urgencia y dificultad. Esto ayuda a desarrollar la prudencia. Es decir, escoger los mejores medios para alcanzar un fin.
4.       Transmitir un claro orden en la jerarquía de las cosas. Primero estudiar, luego jugar. Esto constituye un apoyo para el desarrollo de la fortaleza. Se hace lo que se debe, no lo que provoca.
 
5.       Tener bien definida la zona de trabajo y disponer de los materiales necesarios para trabajar sin interrupciones. Esto facilita exigir que se cuiden las cosas y que se recojan y dejen en su sitio al terminar.  Se ayuda a los muchachos a ser más ordenados.
 
6.       Procurar que los trabajos queden bien terminados, cuidando los detalles, sin prestar atención exclusivamente al resultado final. Así potenciamos la profesionalidad y la laboriosidad. No solo es importante trabajar, sino, sobre todo, trabajar bien.
 
7.       No consentir en los plagios, “copy/paste”, o copias arbitrarias del material de otros compañeros. De este modo, se realza el valor de la sinceridad y la honradez intelectual.
 
8.       Evitar comer o escuchar música mientras se estudia o se trabaja. “Con música estudio mejor” dicen muchos. Pero la realidad es que el estudio requiere los 5 sentidos enfocados en el trabajo. Es un buen ejercicio de templanza y sobriedad.
 
9.       Cuidar los materiales de trabajo (lápices, cuadernos, libros, computadoras) aunque algunos de ellos sean de poco valor. Así también formamos la virtud de la pobreza, que lleva a estar agradecido por lo recibido y ayudar a quienes no han tenido la misma suerte.
 
10.   Animar a estudiar pensando en los demás. Ofreciendo ayuda a quien le cuesta más. Invitar amigos a estudiar juntos. Así pueden apoyarse mutuamente aportando cada uno según sus cualidades. Así se potencia la solidaridad, la amistad y se fortalecen hábitos de trabajo en equipo.
 
11.   Por último, lo más importante. Enseñar a trabajar por Dios y en la presencia de Dios. Me consta que los niños reaccionan con mucha emoción, cuando se les explica que pueden ofrecer a Dios los esfuerzos de su estudio, que pueden pedirle ayuda y que cuando estudian, lo hacen bajo la mirada cariñosa de Dios. Él siempre es justo y valora por encima de todo el esfuerzo. Así se potencia en los muchachos las virtudes más importantes: la fe, la esperanza y el amor. Además. esta actitud, facilita vivir todo lo anterior y eleva al estudio a su máxima dignidad: ser instrumento de unión con Dios.

¡Que jueguen los niños!

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Hace pocos días, un viernes por la noche, vi a un jovencito de 15 años estudiando hasta tarde. Se preparaba para varios exámenes en la mañana del sábado. El pobre estaba absolutamente agobiado y agotado. Algo me hizo pensar, esta situación no está bien.

Me apena presenciar cómo las escuelas han puesto el rendimiento académico como su fin principal. Noto, cómo aspiran a ser las mejores a base de enviar ingentes cantidades de tareas para que sus alumnos no puedan hacer otra cosa que estudiar. Por otro lado, es aún más doloroso, encontrarse con tantos padres que también han entrado en la misma dinámica. Para muchos, el bien máximo a conseguir por su hijo es una buena calificación.

Así, veo niños que pasan horas frente a los libros, bajo  una presión increíble, impuesta por los padres, compañeros y la escuela, con el único objetivo de que saque buenas notas. Y me pregunto, ¿esto tiene sentido? Me parece que no. Hay una pérdida de enfoque. El rendimiento académico ha asumido la absoluta primacía en la educación. Ha desplazado a lo que verdaderamente debe ocupar ese puesto: el desarrollo de una personalidad madura que ayude a los niños y adolescentes a asumir las riendas de su vida.
Esas edades, y solo esas, son el tiempo que la naturaleza ha previsto para que los niños y niñas aprendan a ser hombres y mujeres de virtud. Pero el estudio solo no logra eso. Es necesario que los niños jueguen con los amigos, compartan en familia, desarrollen un hobbie, hagan la compra con mami, vaya con papá a arreglar el carro, acompañen a un hermano al médico, etc. etc. Cuando se les priva continuamente de estas experiencias, porque “sino no tienen tiempo para estudiar”, se les hace un daño tremendo.
Debemos recuperar el ideal de que el estudio sea un instrumento para que nuestros hijos aprendan a ser sinceros, perseverantes, responsables, diligentes, puntuales, ordenados, etc. Si lo vemos así, el estudio y la escuela se integran junto con las relaciones familiares, los encargos de la casa, el entretenimiento, las relaciones sociales y tantas otras cosas en un ritmo de vida al servicio del crecimiento integral del joven.  Ya habrá tiempo, en la universidad, de situar el rendimiento académico en un lugar prominente.
Estas reflexiones, me han llevado a recordar una conversación con un matrimonio amigo. Me contaban la preocupación que tenían por lo que, a su juicio, era una carga académica desproporcionada para la edad de su niño. “Pareciera que las tareas están mandadas para que las hagan las mamás” me dijo la señora.
Luego me contó este diálogo que había sostenido con su niño:
          Hijo,  vete a jugar, ya es suficiente de hacer tareas.
          No mamá, ¡todavía hay cosas pendientes!
          No importa, hijo. Has hecho bastante, vete a jugar.
 
100 % de acuerdo, ¡Que jueguen los niños! Así tendremos jóvenes más maduros y preparados para sacar adelante este mundo nuestro.
 
P.D. Como complemento de este artículo puede verse este otro: 11 ideas para ayudar a estudiar a tus hijos.
 
 
 
 

¿Balconear la vida?

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El 27 de Julio de 2013, en las playas de Copacabana, oí decir al Papa Francisco “Queridos jóvenes, por favor, no balconeen la vida, métanse en ella, Jesús no se quedó en el balcón, se metió; no balconeen la vida, métanse en ella como hizo Jesús.”

Hace unos días, estuve analizando, con un grupo de muchachos, analizando esa llamada del Papa. ¿Qué piensan ustedes que quiere decir el Papa con la expresión “no balconeéis la vida”?
Como siempre, las primeras respuestas fueron cayendo tímidamente. Romper el silencio es siempre lo más difícil.
Preocuparse por los demás, dijo el primer aventurado.
¿Qué más? , continué yo…
Se animó otro. “No es solo preocuparse por los demás, sino también ayudarlos a resolver sus problemas”. 
Durante el Discurso del Papa

Y un tercero. “Exacto. Estoy de acuerdo. El Papa lo que nos dice es que no veamos las cosas desde el balcón, que es lo mismo que decir, desde lejos o superficialmente. Nos pide que procuremos ayudar a los demás, resolviendo sus dificultades y tratando de ser parte de los cambios que hay en el mundo.”

“Yo pienso – continuó otro – que el Papa no solo quiere que seamos parte del cambio sino los protagonistas del cambio”.
En este momento, animé a los universitarios, que a pesar de ser los mayores, se habían mantenido callados.
Al fin se lanzó uno… “Creo que el Papa también está hablando de fraternidad, de romper las barreas y divisiones que nos separan de los demás. Un balcón tiene siempre una baranda, una reja, algo que te separa de los de enfrente. No balconear significa también superar las diferencias para buscar puntos de encuentro.”
Ya hacia el final de la conversación, alguno de los más jóvenes se animó a dar también su punto de vista. “¡Aprovechar el tiempo!, No balconear significa no esperar sentado a que sucedan las cosas.  Activarse y ayudar.”
Pensé que valdría la pena poner estas cosas por escrito. Si “No balconear la vida” significa todas las cosas que los muchachos dijeron (yo creo que sí), entones tenemos un buen propósito para el 2015: hagamos caso al Papa. ¡No balconemos la vida. Metámosnos en ella! Así, sin duda alguna, el 2015 será un año de progreso –no solo técnico, sino sobre todo humano- para nuestro mundo.
¡Feliz año!

Los ejemplos de mi vida

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En muchos momentos he dado gracias a Dios porque me ha puesto frente a muchas personas a las que admirar y a las que tomar de punto de referencia para desarrollarme. Muchos de ellos, solo en el Cielo conocerán, cuánto significan para mí y cuánta es mi admiración y agradecimiento.
Ayer, 7 de Agosto, se fue al Cielo uno de ellos: mi Abuelo.
No pretendo alargarme enumerando sus muchas cualidades, entre la que destacaba su continua capacidad para sonreír (el mundo necesita gente sonriente, el era uno de ellos.) pero siento la necesidad, me pasa siempre que vivo acontecimientos que me impactan, de poner por escrito lo que tengo en la cabeza.
Y en estos momentos, lo que tengo en la cabeza es que el Abuelo, nos dejó como regalo un ejemplo de cómo vivir dos virtudes decisivas: la fidelidad y la laboriosidad.
Fidelidad. La mayor expresión de esta virtud son sus 53 años de matrimonio, lleno de un amor siempre joven y renovado.  Me contó mi abuela, llena de emoción, que el día de su 80 cumpleaños se había levantado de madrugada para ir el baño. Cuando salió, mi abuelo estaba parado frente a la puerta con los brazos abiertos, le dio un beso y un abrazo, la felicitó y luego los dos volvieron a dormir hasta el día siguiente. ¿No es esto una muestra de profundo amor? Yo si lo creo, y cuando recuerdo la anécdota –lo hago con alguna frecuencia-, le pido a Dios: Jesús, que yo sepa amar así, que sepa amar como el Abuelo. Pero fue también una fidelidad a toda su familia que encontró en él un apoyo siempre incondicional.
Como experiencia personal, he retenido siempre con especial cariño, la temporada de fútbol en el Colegio Los Arcos del año 1996-1997. Me llevó todos los viernes, sin faltar a ninguno, a los juegos de la liga. Me hacía un “nudo especial” en los zapatos para que no se me desamarraran durante el juego y me ayudó a jugar mejor con sus comentarios siempre muy agudos y concretos, después de cada juego. Recuerdo uno de ellos “Juanito, no te puedes estar comiendo las uñas durante el juego. Sé que a veces hay presión pero tienes que concentrarte en lo que haces.”
Laboriosidad. Mi abuelo fue un trabajador incansable. En sus últimos días, cuando la enfermedad lo hacía delirar, pedía ayuda con el iPad para pode estar ocupado. No tendré nunca el recuerdo de mi Abuelo perdiendo el tiempo. Pero además, era un afán de trabajo fruto del cariño a sus hijos y sus nietos.  Trabajar para hacerles la vida agradable a los demás. Tengo infinitos recuerdos, de su sentido práctico siempre adelantándose a las necesidades de aquellos que no los somos tanto y, en ocasiones, nos ahogamos en un vaso de agua.
Parece un asunto tonto, pero no lo es. El mundo sería mejor, si hubiera más gente como el Abuelo, personas empeñadas en aprovechar el tiempo, en trabajar bien, con espíritu de servicio.   

Fidelidad y Laboriosidad, dos virtudes que tendremos que aprender a vivir como lo hizo el Abuelo.  Gracias a Dios ahora no solo contamos con su sabio y oportuno consejo o con su ayuda eficaz, sino también  con su intercesión ante la Santísima Trinidad y ante la Virgen María. ¡Que alegría tener esta esperanza! No es un consuelo infantil, para  aliviar el dolor, sino el convencimiento profundo, que nos proporciona la Fe, de que la vida terrena es solo el paso a la verdadera Vida, donde la alegría es eterna y donde ahora, el Abuelo nos espera con la misma sonrisa y un cariño aún mayor. Y es este el último regalo que me dio el Abuelo en la tierra: una razón más para aprovechar los días que me queden en la tierra, una razón más para luchar con todas mis fuerzas para ganarme el Cielo. El me está esperando y no le puedo fallar. 

Superhéroes sin película

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Con la cantidad de películas de superhéroes que ha salido últimamente, me he propuesto escribir la historia de algunos de ellos que no tienen película y probablemente no la tendrán nunca. A veces, se narran sus historias cuando son impresionantes y llamativas. Pero las más heroicas, las que los hacen ser auténticos superhéroes, pasan desapercibidas a los ojos del mundo. O dicho más propiamente, a los ojos de casi  todo el mundo.
Curiosamente, la gran mayoría de ellos, no sabe que son superhéroes. Lo ignoran a tal nivel que son capaces de abandonar su misión secreta para dedicarse a otra, que por ser menos secreta, es más aplaudida pero que es a todas luces, menos heroica. Menos útil para salvar al mundo de los villanos. 
Pero, ¿cómo es posible que un superhéroe no sea consciente de su grandeza? Pues es una buena pregunta. La respuesta es sencilla. La heroicidad de sus acciones no es de las que salen en el periódico o en el noticiero. Tampoco de las que la gente comenta por la calle con admiración. En contadas ocasiones, alguno de ellos recibirá un reconocimiento oficial.  No se le hacen grandes entrevistas proponiéndolos como modelos a seguir. Y como dato curioso, normalmente, tiene poco dinero.
Todo esto contribuye a que nuestros protagonistas pocas veces caigan en cuenta de que son superhéroes.
Por otro lado, estos superhéroes, son superhéroes para unas personas que no le agradecen su heroísmo, ni le aplauden lo que hacen. Incluso pueden llegar a ser muy ingratas. El asunto aquí, es que esta actitud no es voluntaria. Estas personas se comportan así por  ignorancia, son muy inmaduras para reconocer la grandeza de lo que sucede frente a sus narices.
Gracias a Dios, esta lamentable situación de ignorancia, no dura para siempre. Los beneficiados maduran y la vida les muestra, que todo lo que son y tienen es  fruto de esos superhéroes. Es entonces cuando su agradecimiento se desborda y procuran de mil maneras retribuir lo recibido. Simultáneamente, los superhéroes se asombran al darse cuenta que años de heroísmo silencioso, no eran en verdad silenciosos. Sus acciones, aunque no sonaban en los micrófonos de la radio ni aparecían en los titulares del periódico, retumbaban tan fuertes en la vida de sus beneficiados, que quedaban grabadas para siempre.
Y es que esta es la realidad: los padres y madres de familia, si lo son de verdad, son auténticos superhéroes para sus hijos. Preparar la lonchera para la escuela cada mañana, salir antes del trabajo para compartir un rato con los hijos antes de la hora de dormir, hacer las asignaciones con ellos, dejar el televisor para escuchar sus historias, salir a pasear con ellos, etc. etc. etc. No serán noticias de periódico pero son auténticos heroísmos que todos los hijos valoran aunque no tengan la edad para expresarlo.
Me he animado a escribir esto, pensando en todos los padres y madres de familia que sienten que sus esfuerzos caen en saco roto. Que sepan que no es así. Nunca caen en saco roto.  Cuando llegan las dificultades de la vida, cada uno se da cuenta de que Superman no existe, Spiderman no puede ayudarnos,  Thor no aparece por ningún sitio y Aquaman no tiene respuestas a nuestros problemas. Es entonces, cuando recordamos y reconocemos a los superhéroes de nuestra vida real: papá y mamá.

¿Por qué son humanos, los Derechos Humanos?

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¿Por qué los derechos humanos, son humanos? ¿Por qué se dice que son universales? ¿Por qué, al menos en occidente, todo el mundo está de acuerdo en que cualquier país, no importa su cultura, historia o tradición debe protegerlos? ¿Por qué su protección es capaz de superar cualquier argumento de soberanía, autodeterminación de los pueblos o de libertades individuales?
En el fondo, la pregunta que intento plantear es ¿cuál es el fundamento de los derechos humanos? ¿En qué se apoya su fuerza?
Se podría pensar en una respuesta sencilla: porque toda persona nace con ellos y nadie los puede violar. Esta contestación es un tanto superficial. Un mínimo de reflexión obligaría a preguntar ¿de dónde surge que todos nacen con ellos? ¿por qué nadie los puede violar?
Algunos podrían decir que los derechos son humanos y son universales porque hemos llegado al consenso social de que así sean. Esta opinión, muy difundida, me resulta pobre.
Por un lado, nos llevaría a concluir que los derechos humanos existen porque la sociedad se los inventó. Todos nos damos cuenta, al menos eso creo, que semejante afirmación atenta al sentido común. Los derechos humanos no nos los inventamos en 1948, con la resolución de la ONU. El documento fue llamado “Declaración Universal” y no el “Decreto de Creación”. Lo que se hizo fue reconocer públicamente que existen unos derechos que son inviolables.
Por otro, si el fundamento de los derechos humanos es el consenso social, eso justificaría que una nación o un gobierno, rehusara entrar en el consenso y ya no estaría obligado a respetar los derechos humanos. Si este fuera el caso no se podría hablar de derechos universales.
Por estas razones, no estoy de acuerdo con fundamentar los derechos humanos en el consenso social.  
Pienso que los derechos humanos existen porque la humanidad reconoce unos límites a las libertades individuales que surgen del propio hombre simplemente por el hecho de serlo. En distintos momentos históricos, por razones diversas, la sociedad ha descubierto, que hay algo en todo hombre que exige un respeto incondicionado de los demás. Ese algo no existe porque otros se hayan puesto de acuerdo para que existiera, sino que notamos que la propia dignidad del hombre lo exige por sí mismo. Esto es tan evidente, que incluso acordamos que ese algo debe protegerse aunque el mismo interesado no esté en condiciones de exigir esa protección. Por ejemplo, los derechos humanos de los niños.
Los derechos humanos no pueden fundamentarse en un criterio subjetivo – lo que el consenso social decida –  sino en uno objetivo: la dignidad del hombre en sí mismo.
Una consecuencia de que los derechos humanos tienen un fundamento objetivo, es que no pueden “crearse” derechos humanos, sino simplemente descubrirse, reconocerse. No está dentro de las facultades de las legislaturas nacionales, ni de la comunidad internacional, crear o definir derechos humanos discrecionalmente. Los derechos humanos solo lo serán si son un reflejo, de ese algo objetivo, que hemos llamado dignidad humana.
La humanidad, gracias a Dios, es tan rica en culturas, tradiciones, personalidades, intereses, que ese algo objetivo común a todo hombre pienso que debe estar integrado por pocas cosas y muy específicas. Es decir, pienso que los derechos humanos, son pocos y concretos.
Entender un derecho como Derecho Humano, lleva como consecuencia que es exigible a todo hombre, en prácticamente, cualquier circunstancia, no importa en qué parte del planeta viva, que religión profese, sea hombre o mujer, casado o soltero, etc. Por eso, la falta de seriedad o el error en la determinación de un derecho como humano podría lesionar la libertad y la diversidad cultural de la humanidad. Dejarían de ser universales.
Hay un riesgo aún mayor. Con la fuerza adquirida por los medios de comunicación algunos grupos de poder podrían favorecer la declaración como derecho humano de una realidad que no solo no es parte de ese algofundamental sino que es contrario a él. Esto es un riesgo real y serio que amenaza actualmente a nuestra civilización. El caso paradigmático es el intento de crear el derecho humano al aborto, es decir el derecho humano al homicidio.  Así, los derechos humanos pierden su humanidad.
Los derechos humanos son un elemento clave a proteger y presupuesto necesario para un diálogo de paz en el mundo globalizado. Pero sino reconocemos su fundamente objetivo, corremos el riesgo de que no  sean ni humanos, ni universales. Es decir, los destruiríamos.

El desarrollo de los derechos humanos no se trata de inventarnos unos derechos para que nadie pelee, sino tratar de conocer cada vez mejor al hombre y dar con lo propio de su dignidad y eso, y solo eso, reconocerlo como derecho humano. 

¿Dónde triunfa el cristianismo?

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G.K. Chesterton y Frances, su esposa,
la gran mujer sin la cual el escritor
no hubiera llegado tan lejos.
Acabo de terminar de leer la biografía sobre G.K. Chesterton de Luis Ignacio Seco. Entre las muchas ideas que estuvieron dando vueltas en mi cabeza durante la lectura del libro, quisiera compartir mis reflexiones  sobre una de ellas: los continuos mensajes recibidos por Chesterton, luego de su conversión, recordándole que el Cristianismo era una ideología fracasada o en el mejor de los casos, superada. Por ejemplo, un amigo suyo le escribía “el mundo tuvo la oportunidad de hacerse cristiano y no volverá a tenerla”.
Yo por mi parte pienso, que ante planteamientos de esta naturaleza, conviene recordar que el Cristianismo no un es ideal para el mundo sino para personas concretas. El Cristianismo no es un modelo de organización social ni una filosofía política,  es un ideal para conducir la propia vida. La meta no es que existan civilizaciones cristianas sino que existan civilizaciones de cristianos.
El ejemplo más claro de esto, es la Encarnación del Hijo de Dios.  Dios no diseñó una ciudad, con sus leyes y modos de convivencia social y enunció que quien viviera allí, vivía en el Reino de Dios. Dios no quizo presentar como modelo a seguir en el Cristianismo, a una civilización concreta, sino a una persona: Cristo.  
Si una o muchas personas rechazan vivir la fe es sin duda algo lamentable. Sin embargo, no supone un fracaso para el Cristianismo. Es solo una consecuencia de uno de sus postulados más bellos: el amor a la libertad. Por el contario, ese rechazo sí supone una pérdida para la persona, puesto que ha despreciado la oportunidad  de vivir acorde a su dignidad más alta, la de Hijo de Dios.
Bajo esta óptica, aunque toda una cultura se empeñe en vivir al margen del Cristianismo, éste sigue triunfando. Lo hace en los corazones de las personas que deciden vivirlo y defenderlo. El Cristianismo nunca fracasa. 

Una garantía para leyes eficaces

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Palacio Legislativo de Puerto Rico
Este artículo pretende hacer una reflexión sobre una experiencia vivida en la Escuela de Derecho en la Universidad de Puerto Rico. 
Una y otra vez, escuché cómo se proponían soluciones jurídicas a los más variados problemas sociales. Algunas veces, pude notar una cierta frustración por no haber resuelto determinado problema a pesar de las distintas leyes que se aprobaron para atenderlo. Percibí la convicción en muchos profesores, de que los problemas de un país se resuelven con un ordenamiento jurídico apropiado. Sus esperanzas de un mundo mejor están cifradas en lograr el cuerpo legal oportuno.
Ante este modo de ver el derecho, pensé, y alguna vez expuse en clase, que estaba en desacuerdo con él. La dogra, la violencia, el fraude, el robo no son problemas jurídicos, sino morales. Quien se  dedica a vender droga, o robar o matar, no dejará de hacerlo por una ley que se lo prohíba. El poder disuasivo de la ley funciona para el ciudadano común, no para el delincuente de oficio. Este último, ha decidido, a conciencia, obrar en contra de la ley, ignorando o despreciando el mal moral que conlleva su conducta. La solución a este problema no es una norma jurídica sino una educación en valores.
La educación en valores es impartida de un modo fundamental en la familia. Como sabemos, esta institución se encuentra ante agresivos ataques para desnaturalizarla. Paradójicamente este ataque se hace desde el derecho, desde la norma jurídica. Esta tendencia a desnaturalizar la institución de la familia, en aras de una mal entendida igualdad y tolerancia,  también se ha puesto de moda en la Universidad de Puerto Rico.
Así las cosas, me fui de esa escuela con un curioso panorama. Por un lado, aprecié un convencimiento profundo de que el derecho es la solución a todos los problemas sociales. Y por otro, noté la aprobación casi general, del ataque jurídico que recibe la institución del matrimonio y la familia. Por ejemplo, en las aulas de la Escuela escuché explícitamente a una profesora decir “el Estado debería asumir como política pública facilitar el divorcio”.
Pienso, sinceramente, que estas actitudes son incompatibles. El derecho no puede pretender ayudar a una sociedad si se utiliza para destruir su escuela básica de valores. Es incoherente que el derecho exija a sus ciudadanos una conducta buena, honesta, respetuosa si a la misma vez les destruye el ámbito donde todo hombre aprende qué es el bien, qué es la honestidad, qué es el respeto y porqué es bueno vivir esos valores.
La única explicación que consigo a esta incompatibilidad es que no se ha entendido  la raíz del problema. Seguimos pensando que el problema de la violencia es que hay pocos policías, o que el problema de las escuelas públicas es que las instalaciones de los planteles educativos no están en buenas condiciones, que el problema de algunos delitos es que no tienen penas suficientemente severas. Si pensamos así, podemos estar viendo una posible solución pero no la solución de fondo. La raíz está en la formación moral de la persona. Para que una sociedad progrese, no se necesitan grandes ordenamientos jurídicos, lo esencial es que sus miembros quieran libremente hacer el bien. Eso se aprende en la familia.

Si el derecho quiere contribuir al progreso de un país, su principal ocupación es proteger el matrimonio y la familia natural. Si construye sobre eso, tendrá garantizada la eficacia de todo el resto del ordenamiento jurídico. 

De Junio a Septiembre del 2013

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Nota: no me dió la vida para terminar de escribir este artículo con el detalle que deseaba. Tampoco pude terminarlo como pensaba pero no quize que quedara en algún rincón de los archivos de mi computadora. Aunque incompletos, aquí van recuerdos de una etapa inolvidable.
Junio a Septiembre fueron cuatro meses de gran intensidad. En ese período viví en tres ciudades distintas de Puerto Rico y pasé una temporada en Río de Janeiro y otra en Sao Paulo,  Brasil.  Fui alrededor de 6 o 7 veces al aereopuerto para dejar o recoger gente. Conocí 6 municipios de Puerto Rico. Y eso, fue solo parte de la aventura de los pasados meses.
Fueron tantas experiencias interesantes que viví que me sentí obligado a poner algunas de ellas por escrito.
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En la graduación, con buenos amigos
El 21 de Mayo envié por email un trabajo que era la última asignación pendiente para dar por concluido  el Juris Doctor en Leyes en la Universidad de Puerto Rico. Fue una gran satisfacción. La Escuela de Derecho fue una buena experiencia. Tiene un claustro de profesores de gran altura y pude apreciar a profesionales que intentan con honradez poner su profesión y su docencia al servicio de la sociedad. Fueron para mí de gran provecho la clase de Derecho Constitucional con el Prof. José Julián Álvarez, la Clínica de Desarrollo Económico Comunitario con el Prof. Luis José Torres, la clase de Derecho Gubernativo con William Vázquez Irizarry, la Clase de Derechos Reales con la Prof. Érika Fontántez y, sin duda, disfruté mucho la clase de Derecho Comparado con el Prof. Roberto Aponte Toro.
Debo también mencionar, que el personal administrativo de la Escuela de Derecho de la Universidad de Puerto Rico es excepcional. Ahí encontré siempre las soluciones a mis problemas pero sobretodo me topé siempre con una disposición a ayudar. Si la administración pública de un país funciona como lo hace el personal administrativo de la Escuela de Derecho, yo garantizo que ese será un gran país.
El  5 de Junio era el acto de graduación. Para ello, mi familia había previsto venir a Puerto Rico para acompañarme en esa ceremonia. Como es de suponer, fue una gran alegría. Pero fue una alegría que iba in crescendo. Inicialmente venían mis papás y 4 de mis hermanas. Poco a poco, se fueron sumando mis dos hermanos, otras dos hermanas, mi sobrino, mis abuelos, mi cuñado… A partir del 30 de Mayo fui al aeropuerto a recoger gente proveniente de Washington D.C., Raleigh, Barcelona, Caracas.  No llegaron juntos, de modo que cada día me traía de regalo un familiar nuevo que saludar y en el caso de mi cuñado y mi sobrino, un familiar nuevo que ¡conocer!
Fueron días inolvidables.  Vale la pena contar algunas cosas.
El día del Acto de grado, no fallaron mis predicciones. Pocos segundos después de que se escuchó mi nombre por los micrófonos y se me invitaba al estrado para recibir el diploma, escuché la voz de mi papá gritando ¡Juani!, ¡Juani!. Sucede los mismo desde que estoy en primer grado. Gracias a Dios, ya no me da tanta vergüenza y volteé para saludarlo y hacerle saber a mi querido padre que escuchaba sus gritos.
A la salida, tuve la alegría de conseguirme con Ramón, Paco y Enrique. Trabajamos juntos para sacar adelante la Residencia Universitaria Puertorreal y fueron un apoyo insustituible para terminar la carrera que no estuvo exenta de momentos difíciles
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Con mi familia, ¡Gracias por venir!
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Al terminar el Acto de Grado, fuimos a almorzar. Me habían preguntado qué quería almorzar, dudé poco. Aprovechando la estadía de mi abuela, el almuerzo tenían que ser arepas. Ella las cocina como nadie. Pero además, mi mamá se lució y preparó un pionono riquísimo (plato puertorriqueño a base de carne molida y plátano). Mi hermana contribuyó con los ingredientes para la Reina Pepiada (relleno de la arepa a base de pollo y aguacate). En resumen, un almuerzo insuperable.
Otro momento interesante: la sesión fotográfica. Mi mamá, inteligentemente, se empeñó en contratar un fotógrafo para hacer una sesión de fotos. La hicimos el viernes 7 de junio en el Viejo San Juan. Días después, cuando el fotógrafo vino a mi casa para traerme las fotos, me dijo: “Quiero darte las gracias por haberme permitido compartir esas horas con tu familia”. Creo que eso refleja lo bien que la pasamos ese día.  Estábamos los nueve hermanos, los tres varones con togas de graduando. Yo terminaba derecho, Tomás terminó Política y Carlos, arquitectura. Mis hermanas vestidas elegantísimas. Y mis padres y mis abuelos, disfrutando al máximo. Todo ello, en el Viejo San Juan con sus paisajes y las caras de extrañeza de los turistas que no entendía lo que estaba sucediendo. El día terminó comiendo helados en los muelles, a orillas del mar. ¿Qué más se puede pedir?
Creo que la última experiencia que convendría contar es la visita a la Bahía Biolumiscente de Fajardo. Todavía, meses después, al pensar en eso no entiendo cómo es que se me ocurrió. ¡Que absoluta locura! Para entenderlo, simplemente los refiero a la narración que ha hecho mi hermana Miriam en su blog. Nada más hay que decir. Lo ha escrito estupendamente. Aquí les dejo el link, el artículo está al final de la página: http://bethencourtmiriam.wix.com/mtml#!about/ccjb
El lunes de 10 de junio, terminó la aventura de la visita familiar a Puerto Rico. Con el vuelo de mi hermana Ruth vía Miami, salía de Puerto Rico la última persona del gentío que llegó en estos días. Las jornadas siguientes, solo pensaba en dar gracias. Dar gracias a Dios, pero también a mis abuelos y a mis papás. Agradecerles su generosidad para recibir todos los hijos que Dios les envió y su esfuerzo de pasar por encima de las diferencias personales y construir una familia fundamentada en el cariño y la alegría. Robándome la expresión de Gustavo Cerati, a mis viejos y abuelos:  “¡Gracias… totales!”
Pocos días después, el 22 de junio salí a Mayagüez, para pasar unos días de vacaciones junto con varios de los que trabajan en Puertorreal y participan de sus actividades. Lo hago todos los años y son días muy agradables. Esta vez estuvieron cargados de intensidad con los preparativos finales del viaje a Brasil para participar de la Jornada Mundial de la Juventud con el Papa Francisco.
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En algún sitio de la cordillera central
de Puerto Rico
Lo que quisiera contarles, es que en estos días pude, ¡al fin!, hacer algo que tenía pendiente desde mi llegada a Puerto Rico hace cuatro años (¡Cuatro años! cómo pasa el tiempo). Este proyecto pendiente consistía, en pasar un día visitando varios pueblos y zonas de Puerto Rico. Una ventaja que tiene esta Isla por ser pequeña, es que las distancias entre un sitio y otro son breves. Sin embargo, cada ciudad y cada pueblo, los trayectos entre unos y otros tienen montones de cosas divertidas. En estos días de vacaciones tuve la oportunidad de hacerlo. Que recuerde, estuve en Lares, Maricao, Cabo Rojo, Ponce, Adjuntas, San Sebastián, Rincón. Ir de un sitio a otro sin apuro y conociendo. Un plan fenomenal.
Llegué de Mayaguez el 9 de Julio a San Juan. El 12 defendí en el Tribunal de San Juan una multa de tránsito injustamente puesta y la gané. El 14 me montaba en una avión rumbo a Sao Paulo, Brasil.
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Rezando en la Capilla que está dentro del pedestal
del Cristo Redentor de Río de Janeiro
Contar los detalles de la Jornada Mundial de la Juventud supera totalmente mi capacidad de memoria. ¡Tantas cosas! Solo quiero dejar constancia de la alegría que tuve de ver al Papa Francisco, de la impresión que me causaron sus intervenciones, siempre buscando el diálogo aunque lo oyeran 5 millones de personas. También, compartir tres comentarios del Papa que pienso estarán en mi memoria indefinidamente. El primero, el Papa pregunta: ¿Estáis dispuestos a construir la Iglesia de Cristo?, 5 millones de personas contestan: ¡siiii!, interviene de nuevo el Papa: mañana se van a acordar de lo que dijeron. El segundo comentario: en Brasil, país de fútbol, a un año de ser la sede del  Mundial, el Papa afirma “Cristo vale más que la Copa del mundo”. Por último, durante el Via Crucis, nos dijo el Papa Francisco: Muchos rostros, acompañaron a Jesús en el camino al Calvario: Pilato, el Cireneo, María, las mujeres… Yo te pregunto hoy a vos: Vos, ¿como quien querés ser. Querés ser como Pilato, que no tiene la valentía de ir a contracorriente, para salvar la vida de Jesús, y se lava las manos? Decidme: Vos, sos de los que se lavan las manos, se hacen los distraídos y miran para otro lado, o sos como el Cireneo, que ayuda a Jesús a llevar aquel madero pesado, como María y las otras mujeres, que no tienen miedo de acompañar a Jesús hasta el final, con amor, con ternura. Y vos ¿como cuál de ellos querés ser? ¿Como Pilato, como el Cireneo, como María? Jesús te está mirando ahora y te dice: ¿Me querés ayudar a llevar la Cruz? Hermano y hermana, con toda tu fuerza de joven ¿qué le contestás?
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Listo para dormir en la playa de Copacabana
Dos días después de llegar de Brasil salí para Ponce. Me esperaba mes y medio sumido en los libros. El examen que permite ejercer el derecho en Puerto Rico iba a darse el 18 y 19 de Septiembre. Como puede suponerse, no hay mucho que contar sobre la vida de alguien que solo estudia por mes y medio. Sin embargo,  puedo decirles que en Ponce no hace tanto calor como en San Juan y que aprendí algunas cosas sobre cómo estudiar y qué significa exactamente eso. Mi plan es poder escribir un artículo con estas experiencias.
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Mi escritorio durante el estudio
El día 18 y 19 de Septiembre estuve en el Centro de Convenciones de San Juan presentando el examen. Otra vez, mi familia y mis amigos fueron un gran apoyo. Cuando salí en el receso de almuerzo, tienía algo así como 45 notificaciones de Whatsapp y no sé cuántos mensajes de texto. Todos eran transmitiéndome su apoyo y su oraciones. Regresé al salón de examen con cierto aire de suficiencia, dudo que alguien en esa sala (habían 1000 personas), contara con tanto apoyo moral. Una vez más, ¡Gracias!