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¿Si usted fuera dueño de una finca la entregaría a los trabajadores? ¡Si claro!, contestó el aspirante.
Y si usted poseyera un carro, ¿lo entregaría al Partido para el uso de todos los camaradas? ¡Por supuesto!, siguió respondiendo.
Y, si tuviera una bicicleta, ¿la daría al Partido? No, -reconoció el interesado- la bicicleta no porque la bicicleta si la tengo.
Al oír la historia, primero, me reí y luego me hizo pensar. ¡Qué diferencia cuando los planteamientos dejan de ser teóricos y nos afectan en lo concreto! Me pregunto, ¿Por qué?, porque solo en lo concreto puede captarse el auténtico valor de las cosas y situaciones de nuestra vida.
La definición de un beso, quizá alimenta la curiosidad pero poco más; la enfermedad explicada en un libro, acaso despierta alguna vocación de médico. Pero, el beso de una madre nos explica que significa sentirse querido, y la enfermedad de un hijo qué significa sufrir. En la realidad, en lo concreto es donde somos capaces de captar, si se me permite la expresión, la vitalidad de la vida, su fuerza interna, aquello que la hace atractiva.
Pienso que esto fue lo que quizo decirnos John Lennon con su conocida frase “la vida es aquello que te pasa mientras estas ocupado haciendo otros planes”. Quizá ese gran artista, se caería de espanto al ver las horas infinitas que estamos frente a las pantallas, mientras nuestro mundo pasa, y con él tanta belleza. No permitamos que esto suceda. Salgamos al encuentro de ese mundo nuestro, y descubramos la infinita riqueza que encierra en cada detalle, en cada mirada, en cada conversación… Esta experiencia es para mí una definición del verbo vivir.
Dialogar o Discutir
/0 Comments/in Artículo, Uncategorized /by Juan Antonio BethencourtTiempo de lectura: 2 minutos
En el mundo de hoy se habla mucho de diálogo. No solo entre grandes actores políticos sino a todos los niveles. Profesores, conferenciantes y empresarios resaltan la necesidad del diálogo como motor para resolver los conflictos. Sin embargo, mi impresión es que se dialoga poco y se discute mucho. ¿Cuál es la diferencia?
Para que haya diálogo un punto de partida es la humildad de quienes dialogan. Cuando existe esta virtud, las partes llegan a la conversación con la disposición de conocer y buscar la verdad. Se intenta – con sinceridad- comprender todos los puntos de vista y ponerlos en juego. Quien discute, por el contario, suele llegar con algunas ideas preconcebidas que intentar imponer a los demás. En realidad, no quiere hablar, quiere que le escuchen.
Cuando hay diálogo, se distingue entre los argumentos y la persona que los expone. Una vez un buen amigo me dijo: “yo no tengo que respetar tus argumentos, yo te respeto a ti, pero si tu argumento me parece inválido, te lo diré”. Pienso que tiene razón. Una persona susceptible, que en todo disenso ve una ataque personal jamás podrá dialogar. Distinguir entre la persona y sus argumentos es difícil pero indispensable para una conversación fructífera.
Pienso que si el diálogo, a todo nivel, tiene las características mencionadas, será un vehículo útil para la transformación social. De lo contrario, nos desgataremos discutiendo.
Simplemente por la admiración que me genera, y porque prueba que un diálogo inteligente es posible, les refiero un ejemplos admirable. Hablo de la relación de Chesterton y Shaw. Dos pensadores del Siglo XX que se hicieron famosos, entre otras cosas, por la fogosidad con la que debatían uno contra otro. El primero era católico, valoraba la economía de mercado y era amante de la buena comida, la cerveza y los habanos. Bernard Shaw por su parte, era ateo, socialista, vegetariano y abstemio. Más contarios imposible y sin embargo, los unió una relación muy cordial. Después del funeral de Chesterton, Shaw escribió un artículo alabando las virtudes del que consideraba un amigo.
Yo no le hago mal a nadie…
/2 Comments/in Uncategorized /by Juan Antonio BethencourtTiempo de lectura: < 1 minuto
Cada decisión libre tiene consecuencias externas de las cuales el sujeto es responsable. Esto es casi universalmente conocido y aceptado. Lo que se conoce menos es que también la propia persona que decide se hace mejor o peor en la medida que sus decisiones sean o no acertadas.
En este sentido, cabe decir que es importante decidir bien porque aunque las consecuencias externas sean leves y pasajeras o serias y duraderas, ante una decisión moralmente mala el peor daño se lo hace la propia persona. Como ser humano, se hace peor porque su capacidad de conocer y hacer el bien se debilita.
Usar bien la libertad no es solo una responsabilidad hacia los demás sino también hacia uno mismo. Esto puede ayudar a conseguir un respuesta a la pregunta ¿porqué esto está mal sino si no le hago mal a nadie?
Porque te haces daño a ti mismo.
Beethoven o Daddy Yankee: reflexiones sobre la belleza.
/2 Comments/in Uncategorized /by Juan Antonio BethencourtTiempo de lectura: 2 minutos
Hace pocos días escuché una conferencia de un violinista de la Orquesta Sinfónica de Puerto Rico. Al terminar, le hice una pregunta que me ronda la cabeza desde hace algunos años. ¿Cómo se aprecia la belleza en la música? ¿Qué distingue la buena de la mala música? En el arte en general, ¿se puede decir que hay criterios objetivos de belleza?
Rápidamente el público se alborotó y empezó a decir el conocido refrán “Para los gustos, los colores”. La opinión general era que no se podía juzgar ningún tipo de arte con criterios objetivos sino que todo dependía de la percepción subjetiva. Yo me niego a aceptar esta afirmación. Me resulta imposible aceptar que por la percepción del espectador se iguale una sinfonía de Beethoven y una canción de Daddy Yankee o una pintura de Miguel Ángel con el graffiti en la pared de enfrente de mi casa.
El violinista se esforzó por contestarme. Me dijo que efectivamente existen algunos criterios que ayudan a distinguir una música bien o mal hecha. Habló específicamente de la armonía, la melodía y el ritmo. Sin embargo, puntualizó que hay gente a la que le gusta la música mal hecha y no ve ningún problema con eso.
Por mi parte, me sentí contestado a medias. Pocos días después conseguí unas líneas de Tomás de Aquino que define la belleza como “la expresión visible de la verdad y de la bondad”. Me di por satisfecho. La belleza tiene su marco de referencia. No hay belleza cuando el arte se utiliza para promover el mal o mentir.
Cuando conté lleno de emoción mi descubrimiento, un amigo me preguntó: pero cuál es tu obsesión con la vaina de la belleza. Le contesté con una idea que leí en un libro de Catherien L´Ecuyer: la belleza suele tener sentido por sí misma, a pesar de no tener utilidad. Es decir, descubrir la belleza de las cosas y de las personas es empezar a valorarlas por lo que son y no solo por el beneficio que me producen. Es un modo de romper con el utilitarismo y el individualismo, con la economía consumista, con la ética del tener sobre el ser. Admirar la belleza de las cosas, es en definitiva, descrubir lo bello y lo bueno que tiene cada ser de la creación.
Este descubrimiento, además de ser clave para la construcción de un mundo mejor, siempre llena de alegría. Vale la pena “re-educarnos” para que en nuestra vidas súper ocupadas y acelaradas, sepamos redescubrir la belleza de la creación.
Polonia 2016 y la «sofá-felicidad»
/0 Comments/in Uncategorized /by Juan Antonio BethencourtTiempo de lectura: 4 minutos
Ceremonia de Bienvenida del Papa Francisco |
Hasta hace una par de semanas estuve en Polonia en la Jornada Mundial de la Juventud. Ya me voy convirtiendo en un veterano de estos eventos puesto que es la tercera que asisto. Cada una tiene su propia magia e impronta. La de este año estuvo marcada por la omnipresencia de una hombre tan querido como fue San Juan Pablo II y por estar en una tierra, la polaca, que tanto ha sufrido pero que también ha mostrado al mundo la capacidad que tiene el hombre de resistir el mal con esperanza.
Es justo resaltar el excelente trabajo y la admirable hospitalidad del pueblo polaco. A todos los organizadores, en especial a los voluntarios: muchas gracias.
En esta ocasion no tengo tiempo para más. Deseo sin embargo, transmitir unas palabras del Papa Francisco durante la Vigilia del día 30 de Julio. Son sencillamente estupendas y deben suponer una reflexión para todo aquél que se considere joven.
(…)
Pero en la vida hay otra parálisis todavía más peligrosa y muchas veces difícil de identificar; y que nos cuesta mucho descubrir. Me gusta llamarla la parálisis que nace cuando se confunde «felicidad» con un «sofá/kanapa (canapé)». Sí, creer que para ser feliz necesitamos un buen sofá/canapé. Un sofá que nos ayude a estar cómodos, tranquilos, bien seguros. Un sofá —como los que hay ahora, modernos, con masajes adormecedores incluidos— que nos garantiza horas de tranquilidad para trasladarnos al mundo de los videojuegos y pasar horas frente a la computadora. Un sofá contra todo tipo de dolores y temores. Un sofá que nos haga quedarnos cerrados en casa, sin fatigarnos ni preocuparnos. La «sofá-felicidad», «kanapa-szczęście», es probablemente la parálisis silenciosa que más nos puede perjudicar, que más puede arruinar a la juventud. Y, Padre, ¿por qué sucede esto? Porque poco a poco, sin darnos cuenta, nos vamos quedando dormidos, nos vamos quedando embobados y atontados. El otro día hablaba de los jóvenes que se jubilan a los 20 años; hoy hablo de los jóvenes adormentados, embobados y atontados, mientras otros —quizás los más vivos, pero no los más buenos— deciden el futuro por nosotros. Es cierto, para muchos es más fácil y beneficioso tener a jóvenes embobados y atontados que confunden felicidad con un sofá; para muchos, eso les resulta más conveniente que tener jóvenes despiertos, inquietos respondiendo al sueño de Dios y a todas las aspiraciones del corazón. Os pregunto a vosotros: ¿Queréis ser jóvenes adormentados, embobados y atontados? [«No»]. ¿Queréis que otros decidan el futuro por vosotros? [«No»]. ¿Queréis ser libres? [«Sí»]. ¿Queréis estar despiertos? [«Sí»]. ¿Queréis luchar por vuestro futuro? [«Sí»]. No os veo demasiado convencidos… ¿Queréis luchar por vuestro futuro? [«Sí»].
Pero la verdad es otra: queridos jóvenes, no vinimos a este mundo a «vegetar», a pasarla cómodamente, a hacer de la vida un sofá que nos adormezca; al contrario, hemos venido a otra cosa, a dejar una huella. Es muy triste pasar por la vida sin dejar una huella. Pero cuando optamos por la comodidad, por confundir felicidad con consumir, entonces el precio que pagamos es muy, pero que muy caro: perdemos la libertad. No somos libres de dejar una huella. Perdemos la libertad. Este es el precio. Y hay mucha gente que quiere que los jóvenes no sean libres; tanta gente que no os quiere bien, que os quiere atontados, embobados, adormecidos, pero nunca libres. No, ¡esto no! Debemos defender nuestra libertad.
Ahí está precisamente una gran parálisis, cuando comenzamos a pensar que felicidad es sinónimo de comodidad, que ser feliz es andar por la vida dormido o narcotizado, que la única manera de ser feliz es ir como atontado. Es cierto que la droga hace mal, pero hay muchas otras drogas socialmente aceptadas que nos terminan volviendo tanto o más esclavos. Unas y otras nos despojan de nuestro mayor bien: la libertad. Nos despojan de la libertad.
Amigos, Jesús es el Señor del riesgo, es el Señor del siempre «más allá». Jesús no es el Señor del confort, de la seguridad y de la comodidad. Para seguir a Jesús, hay que tener una cuota de valentía, hay que animarse a cambiar el sofá por un par de zapatos que te ayuden a caminar por caminos nunca soñados y menos pensados, por caminos que abran nuevos horizontes, capaces de contagiar alegría, esa alegría que nace del amor de Dios, la alegría que deja en tu corazón cada gesto, cada actitud de misericordia. Ir por los caminos siguiendo la «locura» de nuestro Dios que nos enseña a encontrarlo en el hambriento, en el sediento, en el desnudo, en el enfermo, en el amigo caído en desgracia, en el que está preso, en el prófugo y el emigrante, en el vecino que está solo. Ir por los caminos de nuestro Dios que nos invita a ser actores políticos, pensadores, movilizadores sociales. Que nos incita a pensar en una economía más solidaria que esta. En todos los ámbitos en los que nos encontremos, ese amor de Dios nos invita llevar la Buena Nueva, haciendo de la propia vida una entrega a él y a los demás. Esto significa ser valerosos, esto significa ser libres.
(…)
Para leer el texto completo pueden ir a;
https://w2.vatican.va/content/francesco/es/speeches/2016/july/documents/papa-francesco_20160730_polonia-veglia-giovani.html
También pueden conseguir un ebook con todas las intervenciones del Papa en la JMJ aquí:
http://www.opusdei.es/es-es/article/papa-francisco-jornada-mundial-de-la-juventud-cracovia/
Si Dios quiere, ya les contaré de Panáma en el 2019.
Un aporte a la Paternidad Responsable
/2 Comments/in Uncategorized /by Juan Antonio BethencourtTiempo de lectura: 2 minutos
He oido muchas veces (de niño, de adolescente y ahora de adulto) la siguiente expresión “a mi me encantaría tener muchos hijos pero hoy en día es difícil sostener económicamente a una familia grande y poder darle a mis hijos lo que necesitan”.
Mi papás, hermanos y hermanas (y un sobrino) |
Yo soy el primero de nueve hermanos. Les puedo contar que nunca he ido a Disney, que no tuve carro hasta mitad de carrena universitaria, que usualmente estaba corto de dinero, que la ropa la compartíamos entre los hermanos, que muchas veces fuimos apretados en el carro, que casi siempre compartí cuarto mientras estuve en casa y que en Navidad, el Niño Jesús muchas veces traía no lo que pedíamos sino lo que necesitábamos. Todas estas cosas me supusieron, a veces, no siempre, ciertas incomodidades. Sin embargo, no cambiaría a ninguno de mis hermanos por habérmelas ahorrado.
Se me ocurre una idea. Cuando los papás piensan en tener hijos, además de pensar en la seguridad económica para darles lo que necesitan, pueden pensar también qué pregunta quieren escuchar a 20 años vista:
Papá, Mamá ¿porqué nunca fuimos a Disney?
o esta otra:
Papá, Mamá ¿porqué no tengo más hermanos?
Mi experiencia es que nunca he escuchado la primera y he escuchado muchas veces la segunda.
Pareciera que no está muy claro “lo que mis hijos necesitan”, y se gasta mucho dinero en cosas que a todas luces no resultan necesaria. Se podría preguntar a los hijos de familias grandes: ¿hubieras preferido más juguetes o hermanos? ¿más viajes o hermanas? ¿un mejor colegio o hermanos?
Yo, siendo el mayor de 9, no tengo duda: No cambiaría a mis hermanos por nada en el mundo. Y siento un profundo agradecimiento a mis padres por dármelos. Por no confundirse y entender que “los hijos”, como toda persona, lo que más quieren en el mundo es sentirse queridos. Y mientras más hermanos y hermanas tengas, más fácil es sentirse así.
Ecología y Sexualidad
/0 Comments/in Uncategorized /by Juan Antonio BethencourtTiempo de lectura: 2 minutos
Hace poco leí una entrevista que hablaba de la relación entre ambientalismo y las luchas LGBT (Lesbian, Gay, Bisexual, Transgender). Efectivamente están conectadas, y de un modo más profundo que su conexión en cuánto a métodos de protesta.
Nacimos en un mundo, nos guste más o nos guste menos, es el que nos tocó. Crecemos y descubrimos nuestra libertad. Con nuestras decisiones podemos mejorar ese mundo o empobrecerlo. Algunos le hacen daño y otros luchan para que no suceda. Podemos decir que en el esfuerzo de que la libertad (nuestras decisiones) cuiden la naturaleza (lo que se nos dio) se va construyendo un mundo más saludable. Esta dinámica ecológica (libertad-naturaleza) también se da en las luchas LGBTT. Cada ser humano nace con una naturaleza dada (hombre o mujer) y luego, tiene una vida por delante, plenamente libre, que influirán en esa naturaleza.
Ambas causas representan la lucha entre lo que se no da (naturaleza) y lo que queremos ser o hacer (libertad). Sin embargo, a la hora de llevarlas adelante se da una contradicción. Por un lado, en la lucha ecológica la naturaleza es una limitación al ejercicio de la libertad. En esta causa, el hombre debe respetar lo que se le ha dado y cuidarlo porque en ese mundo, se desarrolla y crece. Por otro, en la lucha LGBTT es al revés, la libertad del hombre es absoluta ante la naturaleza dada. Lo que se le ha dado (varón o mujer) ya no importa. El ser humano ignora lo que es, para intentar ser lo que quiere.
Claramente, hay una profunda contradicción conceptual. Para resolverla, se tiene que respetar a la naturaleza como un todo. Tanto lo que hemos recibido fuera de nosotros como lo que hemos recibido como individuos de la especie humana. Una ecología integral exige reconocer y respetar la naturaleza del ser humano: se es hombre o se es mujer. No hay más.
Shopping for Dummies, o no tan dummies
/2 Comments/in Uncategorized /by Juan Antonio BethencourtTiempo de lectura: 3 minutos
– Pregunta el oyente: Si tengo el dinero, ¿puedo comprar lo que yo quiera?
– Incorrecto. No es exactamente así, contestó el conferenciante. Y siguió: La decisión de comprar no es solamente un asunto de capacidad adquisitiva.
– No entiendo. Cuando uno va a comprar o gastar, estudia cuánto dinero tiene y si el precio de lo que quiere es razonable. Si coinciden el poder adquisitivo y un buen el precio, no hay nada más que pensar.
– Comprendo tu razonamiento pero tiene una premisa falsa. Fíjate, cuando se va a hacer un gasto no solo se debe considerar con cuánto dinero se cuenta y la razonabilidad del precio. Hay otros factores que deben intervenir en la decisión. Por ejemplo, (el conferenciante empezó a escribir en una pizarra, luego fue explicando):
o LA NECESIDAD. Comprar no es un fin en sí mismo. Es la acción que nos permite adquirir bienes y servicios. Por lo tanto, conviene preguntarnos, este bien que quiero comprar o servicio que quiero contratar, ¿lo necesito? ¿por qué lo necesito?
Esta pregunta ayuda a fijarnos en lo que verdaderamente hace falta y no en tonterías que muchas veces son simplemente moda y afán de aparentar. Además, permanecemos con el dinero ahorrado para momentos de una verdadera necesidad. En los momentos de dificultad ¡cuánto se lamentan los gastos tontos hechos en los momentos de abundancia!
o EL AMBIENTE. Entre los afectados del consumismo desenfrenado está nuestro planeta tierra. Precisamente, el gasto innecesario ha generados toneladas de basura con cosas que estaban funcionales pero que la moda o la publicidad “obligó” a sustituir.
Considerar si realmente hay que sustituir un bien y si realmente está dañado, si se puede arreglar es una consideración a tener en cuenta al momento de comprar. Es un modo de contribuir al cuidado del ambiente reduciendo la producción de basura.
o FINANCIAMIENTO DE ONG. Es costumbre que las empresas financien organizaciones sin fines de lucro u entidades o personajes políticos. Algunas de estas organizaciones o entidades pueden impulsar y trabajar por valores que no son compartidos por aquellos que consumen sus bienes o servicios. De este modo, inconscientemente se está aportando económicamente a una causa que contradice el propio modo de ver la vida.
Por lo tanto, en la medida de lo posible, conviene saber qué tipo de iniciativas financian los productores de los bienes que consumo con mayor frecuencia. En Internet hay muchas listas disponibles. Por ejemplo, concretamente para empresas que financian Planned Parenthood, aún después de que se publicaran los videos que muestran cómo trafican con órganos humanos, puede verse esta lista: http://dailysignal.com/2015/07/21/meet-the-41-companies-that-donate-directly-to-planned-parenthood/
o LUCHA CONTRA LA POBREZA. Acabar con la pobreza es una responsabilidad de todos. No solo de ONG o de los Gobiernos. Por lo tanto, al comprar debemos también pensar en tantos ¡millones! de personas que no tienen para comer, para vestirse y mucho menos para cubrir una educación de calidad. Gastar sin considerar esta realidad, es una irresponsabilidad o al menos una falta de consideración. Nuestros hábitos de consumo nos tiene que hacer considerar qué aportación hacemos a la solución de la pobreza.
Luego, mirando a su interlocutor, resumió:
– ¿entiendes porqué comprar no es solo una cuestión de poder adquisitivo y buen precio? Conviene pensar, al menos, en si verdaderamente necesitas hacer ese gasto, si con eso cuidas el medio ambiente, si contribuyes a impulsar causas contrarias a tus valores y finalmente, si no podrías ayudar más a aliviar la pobreza.
– Entiendo, contestó el estudiante sorprendido.
Una mano se alzaba al fondo del salón:
– ¡Adelante! Dijo el conferenciante.
– ¿No es esto lo quiere decir el Papa cuando dice que comprar es un acto moral?
– Pienso que si – contestó el profesor –. El Papa nos quiere hacer saber que no solo las empresas tienen una responsabilidad social, sino también los consumidores. Del modo en que tú y yo gastamos el dinero depende de que el mundo se haga peor o mejor. Espero que escojas esto último.
Desarrollo, Responsabilidad y Alegría.
/0 Comments/in Uncategorized /by Juan Antonio BethencourtTiempo de lectura: 3 minutos
Que el Papa Francisco haya escogido el tema ecológico para publicar una Encíclica me tomó por sorpresa. Siempre he respetado las luchas ecológicas pero suelo pensar que ante tantas crisis humanitarias (aborto, guerras, pobreza, droga, analfabetismo, hambre, divorcio, etc.), algunas causas ambientales deben esperar.
Gran sorpresa la mía cuando con terminé de leer Laudato Si. Llegué a la siguiente conclusión: la crisis ecológica y las crisis humanitarias, tienen una raíz común: la irresponsabilidad del hombre que se cree Dios, la inmadurez del que se cree poseedor de una libertad ilimitada, la ignorancia de quien ha puesto el dinero como el centro de su vida.
Todo el documento es una joya. El Papa denuncia, sin pesimismo, lo que va mal y a la vez, alienta a buscar soluciones proponiendo además cosas concretas. Comparto 3 ideas de la Encíclica que me llamaron especialmente la atención.
La primera:
(…) “Un cambio en los estilos de vida podría llegar a ejercer una sana presión sobre los que tienen poder político, económico y social. Es lo que ocurre cuando los movimientos de consumidores logran que dejen de adquirirse ciertos productos y así se vuelven efectivos para modificar el comportamiento de las empresas, forzándolas a considerar el impacto ambiental y los patrones de producción. Es un hecho que, cuando los hábitos de la sociedad afectan el rédito de las empresas, estas se ven presionadas a producir de otra manera. Ello nos recuerda la responsabilidad social de los consumidores. «Comprar es siempre un acto moral, y no sólo económico»” (Laudato Si, #206. Subrayado nuestro)
Cabe entonces afirmar que no solo la necesidad, la conveniencia o el poder adquisitivo son los elementos a considerar al momento de comprar. Habrá que preguntarse, ¿este gasto promueve un mundo mejor?
Pienso en un ejemplo concreto. ¿Cuánto gastamos al año en el cine? ¿Hemos pensado si las películas que vemos promueven los valores por los cuales vivimos?
Segunda idea:
(…) “en algunos casos el desarrollo sostenible implicará nuevas formas de crecer, en otros casos, frente al crecimiento voraz e irresponsable que se produjo durante muchas décadas, hay que pensar también en detener un poco la marcha, en poner algunos límites racionales e incluso en volver atrás antes que sea tarde. Sabemos que es insostenible el comportamiento de aquellos que consumen y destruyen más y más, mientras otros todavía no pueden vivir de acuerdo con su dignidad humana. Por eso ha llegado la hora de aceptar cierto decrecimiento en algunas partes del mundo aportando recursos para que se pueda crecer sanamente en otras partes. Decía Benedicto XVI que «es necesario que las sociedades tecnológicamente avanzadas estén dispuestas a favorecer comportamientos caracterizados por la sobriedad, disminuyendo el propio consumo de energía y mejorando las condiciones de su uso»” (Laudato Si, #193. Subrayado nuestro).
En un mundo donde la política y su ejercicio han quedado reducidos a garantizar el crecimiento económico y la salud fiscal del propio Estado, el Papa recuerda que hay que pensar en los demás.
Yo me pregunto, ¿cuál será el primer país del llamado “primer mundo” que adopte esta actitud?
Última consideración:
(…) “nos unimos para hacernos cargo de esta casa que se nos confió, sabiendo que todo lo bueno que hay en ella será asumido en la fiesta celestial. Junto con todas las criaturas, caminamos por esta tierra buscando a Dios, porque, «si el mundo tiene un principio y ha sido creado, busca al que lo ha creado, busca al que le ha dado inicio, al que es su Creador». Caminemos cantando. Que nuestras luchas y nuestra preocupación por este planeta no nos quiten el gozo de la esperanza”. (Laudato Si, #244. Subrayado nuestro)
Estas últimas líneas reflejan la actitud con la que debemos enfrentar los retos que, hoy y siempre, tendremos por delante. Hay que cantar, sonreír y estar alegres.
Andrés Bello: al servicio de Chile e Hispanoamérica
/0 Comments/in Uncategorized /by Juan Antonio BethencourtTiempo de lectura: 3 minutos
A ciento cincuenta años de la desaparición física de Andrés Bello, suceso ocurrido el 15 de octubre de 1865, podemos intentar conmemorar casi todo lo que hizo al servicio de Chile e Hispanoamérica. A saber, preparó la mayor parte de los mensajes presidenciales de tres mandatarios (Joaquín Prieto, Manuel Bulnes y Manuel Montt) durante tres décadas (1831-1861). También, sirvió al Ministerio de Relaciones Exteriores en todo lo que se refiere a política externa y al Ministerio de Hacienda, en política interna y administración. Junto a Mariano Egaña, lideró la renovación jurídica de Chile, que culminó con la Constitución de 1833 y –ya desaparecido Egaña– preparó y redactó el Código Civil. A ello hay que añadir que fue Senador desde 1837 hasta el año de su muerte. Creó la Universidad de Chile (1842-1843), siendo su autoridad máxima, y reelegido en su cargo durante cuatro periodos consecutivos. Por veintitrés años estuvo a cargo del periódico oficial “El Araucano”, que contribuyó a conformar y a expresar en un sinfín de materias, la opinión del Estado de entonces. Finalmente, promovió y actualizó una de las obras más unitivas del continente hispanoamericano en lo relacionado con el idioma y su independencia cultural: la configuración de la “Gramática de la lengua castellana”.
El epílogo que mejor sintetiza esta incesante labor de Bello está en las palabras que dijera Ignacio Domeyko en representación de la Universidad de Chile, el día 17 de octubre durante el entierro: “dudaría la razón que en una sola vida, un solo hombre pudiera saber tanto, hacer tanto y amar tanto”. Junto a esto, también se puede rescatar una frase casi profética que el líder de la Junta Suprema de Caracas, Juan Germán Roscio, le escribió a Bello en una afectuosa carta, cuando éste era aún más joven, en 1811, mientras estaba en Londres “Ilústrese más para que ilustre a su patria”.
Saber tanto, hacer tanto, amar tanto, ilustrase para ilustrar a tantos. La vida de Bello fue una actividad realizada con desinterés absoluto, con afán de servicio por la patria y el continente. Bello actuó cimentándose en un estudio serio, meditado, perseverante, que lo llevó a la plena convicción de que tenía que servir y darse. Y ese estudio lo ayudó, de alguna manera, a darse cuenta de que, a pesar de su timidez natural, este era el medio para ofrecer ayuda, para organizar, para poner las bases y las estructuras de un mejor futuro republicano. Con el estudio creció su autoridad intelectual y moral ante los demás, y con ese prestigio, fue llamado a tareas de organización y guía que le permitieron expresar sus opiniones con libertad sin necesidad de llamar la atención, o sin necesidad de mostrarse histriónico o especialmente preparado para la oratoria y la movilización de masas, o sin necesidad de luchar para obtener un alto cargo. Andrés Bello influyó calladamente desde su disposición para el estudio.
Tal vez sea este, en mi opinión, el legado más significativo de Bello: su vida de estudio sereno y profundo. Ese “proceder analítico, único medio de adquirir verdaderos conocimientos”, como solía decir, que le permitió pensar sosegadamente en las mejores soluciones a los problemas de su tiempo. Su vida aplicada en Caracas durante veintinueve años; luego, sus estudios y experiencias londinenses durante otros diecinueve; y finalmente, su impulso y provechoso desenvolvimiento santiaguino durante treinta seis años, fueron esferas de existencia con un esforzado “proceder analítico” para adquirir conocimientos que valieron al logro final y perdurable de la independencia institucional chilena e hispanoamericana.
Alfredo Gorrochotegui Martell
Director del Magíster en Gestión Educacional de Calidad
Universidad de los Andes