La Revolución del Cariño

Tiempo de lectura: 2 minutos
Mis sobrinos: Ignacio y Francisco.

¿tu verdad?, ¿mi verdad? ¡No!; la verdad. Ven conmigo a buscarla.

Con esas palabras me retó, en su discurso de graduación, un buen amigo de la secundaria. He aceptado su reto, y en todos estos años he mantenido esa búsqueda.  Me ha ayudado seguir el consejo de Chesterton, un pensador inglés: hay que tener siempre una mente abierta, pero cerrarla cuando se consigue algo valioso, no vaya a ser que por tenerla siempre abierta se nos caiga el cerebro.

Así, poco a poco he ido formando mis convicciones y encontrándome con la verdad, aunque sea parcialmente. También he procurado compartirla porque no quiero retenerla egoístamente, sino hacer a otros disfrutar de la alegría de encontrarla.

Lamentablemente, esto no siempre ha sido un proceso fácil. En el mundo de hoy defender o promover las propias convicciones resulta peligroso. Hablar de la verdad es considerado antidemocrático o intolerante. Por ello, empecé a pensar cómo se podían promover las propias convicciones sin que nadie sienta amenazada su libertad de pensamiento.

He llegado a la conclusión de que es necesario trabajar menos con los argumentos y esforzarse más en que los interlocutores se sientan queridos. La fuerza persuasiva de la verdad, no está tanto en su lógica intrínseca, sino en el cariño con que se transmite.

En el momento que una persona escucha algo y percibe que se le dice con cariño, se produce una transformación. Ya no se trata de quién tiene la razón, sino de cuál es la realidad de las cosas. De encontrar la verdad.

Quizá por eso los consejos de una madre son tan influyentes.  Posiblemente no están llenos de argumentos imbatibles pero, ¿quién puede resistirse a esas indicaciones maternales, acompañadas de una mirada y un tono que parecen la materialización del cariño?
1 reply
  1. Carmen
    Carmen says:

    Ciertas palabras.Comparto lo que dices. Añadiría que, actualmente, es importante hablar de la verdad de las cosas. Nos ha invadido el relativismo, el todo vale, te respeto,la tolerancia. Pero eso son mentiras. No se pueden mantener como verdad ideas diferentes, por no incomodar o resultar intolerante. Lo que se necesita hoy en día es reflexionar, estudiar y tener ideas y argumentos claros. Con cariño, sí, pero con firmeza. Como solemos hacer las madres y los buenos padres.

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