Tiempo de lectura: 2 minutos
Hace poco leí una entrevista que hablaba de la relación entre ambientalismo y las luchas LGBT (Lesbian, Gay, Bisexual, Transgender). Efectivamente están conectadas, y de un modo más profundo que su conexión en cuánto a métodos de protesta.
Nacimos en un mundo, nos guste más o nos guste menos, es el que nos tocó. Crecemos y descubrimos nuestra libertad. Con nuestras decisiones podemos mejorar ese mundo o empobrecerlo. Algunos le hacen daño y otros luchan para que no suceda. Podemos decir que en el esfuerzo de que la libertad (nuestras decisiones) cuiden la naturaleza (lo que se nos dio) se va construyendo un mundo más saludable. Esta dinámica ecológica (libertad-naturaleza) también se da en las luchas LGBTT. Cada ser humano nace con una naturaleza dada (hombre o mujer) y luego, tiene una vida por delante, plenamente libre, que influirán en esa naturaleza.
Ambas causas representan la lucha entre lo que se no da (naturaleza) y lo que queremos ser o hacer (libertad). Sin embargo, a la hora de llevarlas adelante se da una contradicción. Por un lado, en la lucha ecológica la naturaleza es una limitación al ejercicio de la libertad. En esta causa, el hombre debe respetar lo que se le ha dado y cuidarlo porque en ese mundo, se desarrolla y crece. Por otro, en la lucha LGBTT es al revés, la libertad del hombre es absoluta ante la naturaleza dada. Lo que se le ha dado (varón o mujer) ya no importa. El ser humano ignora lo que es, para intentar ser lo que quiere.
Claramente, hay una profunda contradicción conceptual. Para resolverla, se tiene que respetar a la naturaleza como un todo. Tanto lo que hemos recibido fuera de nosotros como lo que hemos recibido como individuos de la especie humana. Una ecología integral exige reconocer y respetar la naturaleza del ser humano: se es hombre o se es mujer. No hay más.
Leave a Reply
Want to join the discussion?Feel free to contribute!