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Simón Bolívar les decía a aquellos ciudadanos que en Febrero de 1819 se reunían en Angostura: “Meditad bien vuestra elección Legisladores. No olvidéis que váis a echar los fundamentos a un Pueblo naciente… La libertad es un alimento suculento, pero de difícil digestión.”
En múltiples ocasiones he oído y debo decir que estoy de acuerdo, que los pueblos sudamericanos estaban sino inmaduros por lo menos muy jóvenes para encarnar los ideales de las democracias que se iban estableciendo en el Viejo Mundo. Para muchas naciones del continente americano y Venezuela no es la excepción, la independencia y el nacimiento a la democracia fueron como un balde de agua fría. Tanto es así que todavía no hemos podido reaccionar del todo. Todavía luchamos por asentar en las mentes y en los corazones de los ciudadanos de nuestras latitudes los valores más hondos de los regímenes democráticos.
Yo siempre me pregunté cómo una cosa tan obvia no la habían visto los fundadores de nuestra patria. Tamaña ignorancia la mía. Es verdad que muchos de nuestros próceres no pensaban en eso. No caían en la cuenta de lo difícil que es digerir la libertad luego de tres siglos de domino extranjero. Sin embargo, el líder del movimiento independentista lo tenía muy claro. Simón Bolívar entendía con impresionante agudeza, que no se pasa de ser colonia a República de la noche a la mañana. Intentó poner lo que él consideraba remedios eficaces para ese problema. A los legisladores de Angostura les propuso un Senado Heriditario. De esta manera, pensaba el Libertador, los senadores podrían formar a sus hijos y garantizar que en futuro pudieran encauzar las vacilaciones de las masas. También propuso, que además del poder Ejecutivo, Legislativo y Judicial hubiera un Poder Moral. En manos de este cuarto poder estaría la formación de las conciencias para que los ciudadanos aprendieran a vivir en un Estado de Derecho. Bolívar manifestó muy clara su preocupación: “Los venezolanos aman la Patria, pero no aman sus Leyes…”
Han pasado casi dos siglos desde que el Libertador lanzara estas ideas. A pesar de ello, la tarea de formar cívicamente a nuestras sociedades sigue vigente. Capaz el error de Bolívar estuvo en creer que desde el Gobierno se podía educar las conciencias de las personas, que desde el poder podía enseñárseles a manejar la libertad. La realidad es que esto es un trabajo más propio de las asociaciones intermedias (Asociaciones Civiles, Escuelas, Universidades, Colegios Profesionales, etc.) y sobre todo, un trabajo de las familias. Sin embargo, cada venezolano, cada venezolana, como obligación frente al país, debe poner los medios para formarse y ayudar a la formación de los demás. Que aprendan a encarnar en su propia vida y en la de los demás los valores democráticos. Estoy seguro que cuando el Libertador, decía “moral y luces son nuestras primeras necesidades” hablaba principalmente de esta formación, de la formación moral de los ciudadanos. Así podrán no solo querer la libertad sino vivir en ella.
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Veinte puntos, Juan!
Me contenta tener nuevas de ti. Interesante el tema, pero complejo. Estoy leyendo un libro que me parece podría interesarte: La herencia de la tribu, de Ana Teresa Torres. No escribe sobre la libertad, sino recoge y analiza las ideas de pensadores venezolanos que han tratado de comprender el ¿por qué somos así?, o mejor, ¿por qué pensamos y actuamos de cierta manera?.Es un libro que no será del gusto de muchos, pero los hará reflexionar. Un abrazo y mucho éxito en tus proyectos. Jesus Manzanárez M.