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En estos días tan… ¿Cómo lo diría? Difíciles… tenemos la gran oportunidad de aprender a vivir con libertad. Así, como se oye, en medio del encierro y gracias a él, podemos ejercitarnos en ser más libres. No me refiero a la evidente consideración de que la falta de movimiento nos hace valorar más la vida ordinaria. Me refiero a otro asunto. Un asunto poco practicado en el siglo XXI y que la realidad de la cuarentena nos permite ejercitar con la garantía de que, si lo hacemos, gozaremos de grandes dosis de libertad.
El ritmo habitual de vida, lleno de compromisos, imprevistos, distracciones, tráfico, etc. no permite pensar mucho en ordenar nuestros asuntos pendientes. En la práctica, vamos siendo gobernados por las circunstancias, resolviendo las cosas según van surgiendo. El criterio que gobierna nuestra vida es la urgencia, sin que nuestra voluntad tenga mucho que decir al respecto. Pocas veces son nuestras decisiones las que llevan las riendas de nuestro vivir. Es más frecuente que las circunstancias marquen el ritmo de nuestra existencia. Esto no suena mucho a libertad. Por el contrario, somos esclavos de lo urgente y de la prisa.
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Stephen Covey |
Stephen Covey, conocido por su famoso libro Los 7 hábitos de la gente altamente efectiva, propone un método para la clasificación de las prioridades, considerando si son urgentes y/o importantes. De ese modo, existen asuntos: urgentes, pero no importantes; otros importantes, pero no urgentes; un tercer grupo de cosas, importantes y a la vez urgentes y, por último, los asuntos que no son ni urgentes, ni importantes. No me parece sorprendente – todos tenemos experiencia – la constatación que hace el autor de que, hoy en día, lo que habitualmente queda sin hacer es lo importante pero no urgente. Otra vez, somos esclavos de la prisa y la urgencia.
Ahora, ¡llegó la cuarentena!, “las circunstancias han cambiado tanto que he tenido que repensar mis prioridades y expectativas”. Son palabras de una amiga. Y en ese cambio está la oportunidad. La necesidad de quedarnos en casa, un ritmo “relativamente” más pausado y con menos compromisos, nos coloca en una posición con menos presiones y variables externas. Es el status quo ideal para retomar un poco el control de nuestras vidas. Podemos proponernos hacer cada mañana una lista de las cosas pendientes y clasificarlas según los criterios de urgencia e importancia que propone Covey. Este ejercicio puede parecer complicado, pero Peter Bregman (CEO de Bregman Partners, firma de consultoría en liderazgo) -por citar un ejemplo- afirma que no toma más de 18 minutos.
Al incorporar consideraciones relativas a la importancia de las cosas, vamos tomando control y aprendemos a funcionar pensando en lo que quiero, tengo y puedo hacer. Esto si suena a libertad. Y podemos aprenderlo encerrados por la cuarentena. Es una prueba más de que las dificultades nos pueden hacer crecer.
P.D: Otra idea que pueden ayudar a tomar control de la propia vida es obligarse a vivir un horario preestablecido con algunas cosas fijas. Por ejemplo: la hora de levantarse y acostarse, las comidas, un rato de ejercicio, etc.
P.D 2: También puede ser útil el artículo que publiqué hace unos años: “Guía práctica para el aprovechamiento del tiempo” (
https://huellasdeja.com/?p=50)
P.D. 3: Recomiendo los dos libros citados en este artículo. A continuación los links donde pueden comprarse en formato digital:
Muy bueno
Son consideraciones y consejos muy sugerentes. Voy a ponerlos en practica. Gracias.