Masificación vs. “Personificación”

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En el último artículo que publicamos estuvimos haciendo algunas consideraciones sobre la necesidad de buenos educadores para el progreso de las sociedades.  Hoy, queremos compartir con ustedes más  ideas sobre el fenómeno educativo.
En el año 1993 ingresé al Liceo Los Arcos y empezó mi educación formal. He tenido muchas experiencias interesantes pero a los efectos de estas líneas me interesa decir que a lo largo de estos años he estado en salones de clases con muchos alumnos, y también en salones con pocos a alumnos.
En una de mis clases en auditorios con muchos alumnos, el profesor comenzaba dando un resumen de la clase anterior, excelente recurso, a mi juicio.  Al terminar su resumen, empezaba a interrogar a los estudiantes y de las respuestas iba construyendo la clase. La conversación se hacía agradable, clara y sencilla.  Sin embargo, no era fácil hacer preguntas. Ya sea por vergüenza, por no interrumpir al profesor, porque el profesor dice que no puede atender todas las preguntas porque si no, no termina nunca, etc., la realidad es que en esos grandes auditorios es difícil aclarar las dudas que te surgen. Es una dificultad que compartía con muchos de mis compañeros.
Bajo las mismas circunstancias (salones con muchos alumnos), he notado que a los profesores se les hace más difícil reconocer un error o simplemente contestar que no conocen la respuesta a una pregunta.
En resumen, mi experiencia ha sido que los salones con grandes volúmenes de gente dificultan el aprendizaje. Entonces, me pregunto: más cantidad de personas en el sistema educativo pero menos calidad en la educación, ¿vale la pena?
Yo pienso que el reconocimiento del derecho a la educación como un derecho fundamental de toda persona humana es un gran avance de nuestros tiempos. En mi opinión los esfuerzos por facilitar el acceso a la educación deben continuarse. Conviene que cada vez sean más los niños en las escuelas y jóvenes en las universidades.
Sin embargo, bajo estas circunstancias se hace necesario detener la tendencia a masificar la educación. El objetivo no es educar a mucha gente, la meta es educar bien a mucha gente. El éxito en las políticas públicas educativas no debemos medirlo exclusivamente por el número de alumnos que participan de la educación formal. En verdadero índice de éxito es saber si nuestros niños y jóvenes salen de las instituciones educativas como mejores ciudadanos. Mientras más gente acceda a las escuelas, universidades, etc. se hace más necesario recordar que las sociedades progresan cuando se esfuerzan por educar a la persona y no cuando intentan educar a las masas.  

Educere

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Durante unas semanas del mes de Julio estuve asistiendo a unas clases de filosofía. Leyendo el texto que nos servía como referencia nos detuvimos en algún momento al tropezarnos con una palabra no del todo común.  Era la palabra “educe”, una conjugación del verbo educir. Por el contexto del párrafo, se notaba que el autor del libro intentaba transmitir algo bien específico y por eso usaba esa palabra y no otra. No es el momento de explicar porqué esa palabra estaba ahí, ni qué era lo que intentaba explicar el autor. Lo relevante a los efectos de nuestro relato es lo narrado a continuación.
Al día siguiente, el profesor comentó que había buscado la palabra educir en el diccionario. Viene, como la gran mayoría de nuestro idioma, del latín. Concretamente, de la palabra educere que significa extraer. Como dato interesante, comentó que del término latino educere surgía la palabra castellana educar. 
Me pareció bien interesante el descubrimiento de la raíz etimológica del verbo educar. Me acordé de una conversación con una de mis hermanas que es profesora de español. Ella me contaba que su mayor alegría era ver el progreso de sus alumnas con el transcurso del tiempo. Ese nuevo conocimiento que salía, que la maestra extraía de las jóvenes inteligencias que la oían era su acicate para continuar con su labor educadora.
Que profunda es la diferencia  entre el maestro que se contenta con dar información y el maestro que se esfuerza por extraer de sus alumnos sus mejores talentos. Por eso, educar es una tarea tan fascinante. Extraer, hacer salir de nuestra gente lo mejor que tienen y enseñarles a ponerlo en servicio del bien común. Ojalá que todos los profesores y profesoras del mundo asuman el rol de auténticos educadores. Debemos animar y apoyar a muchos jóvenes para que hagan sus estudios universitarios en educación y puedan ir a todas las escuelas, colegios, universidades y extraer lo mejor de nuestros pueblos.

El Primer Paso

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Hoy es el primer cumpleaños de este blog. Según algunos estudios, la mayoría de los proyectos, al cabo de un año ya duermen en el sueño de los justos. Sin embargo, ¡aquí estamos! y podemos seguir  compartiendo anécdotas e impresiones sobre las cosas que enriquecen nuestra vida diaria. Sin más que agregar, los dejo con el último artículo que he escrito para compartir con ustedes.

Hace unos meses tuvimos una conferencia muy interesante en la Residencia Universitaria donde vivo. Fue un ciclo de conferencias enmarcado en un programa que se llamó “Experiencias Empresariales.” Fueron viniendo distintos empresarios de la Isla. El formato era tipo conversatorio, el invitado iba hablando sobre distintas cosas que le habían ayudado o perjudicado,  circunstancias que aprovechó para crecer y dificultades que ahora se le presentan para seguir expandiendo su negocio. A la misma vez los asistentes, algunos universitarios, otros estudiando escuela superior y también algunos profesionales,  hacían preguntas e intercambiaban opiniones. La verdad es que fueron unas jornadas bien enriquecedoras.

Una cosa llamativa fue la existencia de un factor común entre todas las personas que visitaron la residencia. Hubo empresarios jóvenes y otros que ya tienen más experiencia, de ramas de negocios tan distintos como moda y construcción, algunos empezaron “con una mano adelante y otra atrás”, otros empezaron con un poco más de medios económicos. En fin, la diversidad era total. Sin embargo, había en todos una misma actitud frente a la vida: optimismo. La invitación constante a todos los que estábamos ahí era a insistir, a luchar, a perseverar, a recomenzar. Las adversidades y las dificultades no son insuperables. Todos contaban anécdotas de situaciones difíciles y delicadas que tuvieron que superar.

Uno de los conferenciantes, terminó la conversación comentando que los jóvenes teníamos que recuperar la capacidad de soñar. La idea me llegó y me quedé pensando.  Por las razones que sean, es muy frecuente conseguirse gente joven con ideales pobres. Los que no nos sentimos así, tenemos que esforzarnos por contagiar en los demás la alegría de los grandes ideales, la satisfacción de la entrega personal a grandes causas. Hay que transmitir la convicción de que soñar no es perder el tiempo sino el primer paso para las grandes y trascendentes transformaciones de las personas, de las comunidades, de los países, del  mundo.

Moral y Luces

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Simón Bolívar les decía a aquellos ciudadanos que en Febrero de 1819 se reunían en Angostura: “Meditad bien vuestra elección Legisladores. No olvidéis que váis a echar los fundamentos a un Pueblo naciente… La libertad  es un alimento suculento, pero de difícil digestión.”
En múltiples ocasiones he oído y debo decir que estoy de acuerdo, que los pueblos sudamericanos estaban sino inmaduros por lo menos muy jóvenes para encarnar los ideales de las democracias que se iban estableciendo en el  Viejo Mundo. Para muchas naciones del continente americano y Venezuela no es la excepción, la independencia y el nacimiento a la democracia fueron como un balde de agua fría. Tanto es así que todavía no hemos podido reaccionar del todo. Todavía luchamos por asentar en las mentes y en los corazones de los ciudadanos de nuestras latitudes los valores más hondos de los regímenes democráticos.
Yo siempre me pregunté cómo una cosa tan obvia no la habían visto los fundadores de nuestra patria. Tamaña ignorancia la mía. Es verdad que muchos de nuestros próceres no pensaban en eso. No caían en la cuenta de lo difícil que es digerir la libertad luego de tres siglos de domino extranjero. Sin embargo, el líder del movimiento independentista lo tenía muy claro. Simón Bolívar entendía con impresionante agudeza, que no se pasa de ser colonia a República de la noche a la mañana. Intentó poner lo que él consideraba remedios eficaces para ese problema. A los legisladores de Angostura les propuso un Senado Heriditario. De esta manera, pensaba el Libertador, los senadores podrían formar a sus hijos y garantizar que en futuro pudieran encauzar las vacilaciones de las masas. También propuso, que además del poder Ejecutivo, Legislativo y Judicial hubiera un Poder Moral. En manos de este cuarto poder estaría la formación de las conciencias para que los ciudadanos aprendieran a vivir en un Estado de Derecho. Bolívar manifestó muy clara su preocupación: “Los venezolanos aman la Patria, pero no aman sus Leyes…”
Han pasado casi dos siglos desde que el Libertador lanzara estas ideas. A pesar de ello, la tarea de formar cívicamente a nuestras sociedades sigue vigente. Capaz el error de Bolívar estuvo en creer que desde el Gobierno se podía educar las conciencias de las personas, que desde el poder podía enseñárseles a manejar la libertad. La realidad es que esto es un trabajo más propio de las asociaciones intermedias (Asociaciones Civiles, Escuelas, Universidades, Colegios Profesionales, etc.) y sobre todo, un trabajo de las familias. Sin embargo, cada venezolano, cada venezolana,  como obligación frente al país, debe poner los medios para formarse y ayudar a la formación de los demás. Que aprendan a encarnar en su propia vida y en la de los demás los valores democráticos. Estoy seguro que cuando el Libertador, decía “moral y luces son nuestras primeras necesidades” hablaba principalmente de esta formación, de la formación moral de los ciudadanos. Así podrán no solo querer la libertad sino  vivir en ella.

Nueve Letras

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Hace unos cuanto días estaba manejando de Guaynabo a San Juan, dos municipios de la zona metropolitana en Puerto Rico. Un día como cualquier otro, carros van y vienen, peatones que van de un lado a otro. Iba escuchando la radio y hablando con uno de mis hermanos por celular. No le estaba prestando atención a la canción que sonaba en la emisora, pero mi hermano la oyó de fondo y comentó que era bastante buena. Sus palabras más o menos textuales: “ojalá yo pudiera oír esa canción en la radio de North Carolina o Washington D.C.” El hecho es que le dije que lo llamaría luego para poder escuchar con atención la canción.
La verdad es que la canción tenía buen ritmo y un dúo de voces que sonaba simpático, pero no era nada fuera de lo común. Me paro en un semáforo, cruzo a la izquierda, otro semáforo. En la salida de la Martínez Nadal hacia a la Av. Luis T. Piñero, oigo en la voz del cantante una palabra. Con total espontaneidad sentí eso que es inexplicable pero que todo el mundo siente en el corazón cuando se presenta una gran alegría, mis ojos se llenaron de lágrimas, vino una sonrisa a mi cara y la memoria se encargó de extraer del baúl de los recuerdos tantas, tantas cosas. Todo por una palabra, por nueve letras. Qué tristeza cuando se acabó la canción.

Volví a llamar a mi hermano, le conté que me había gustado mucho. Me dijo “¡viste!, ¡viste! yo te dije que era buena. Pero me tengo que ir, hablamos luego.” Dejé el celular en el asiento del copiloto y me paré echar gasolina.

Al entrar en la tienda me entraron ganas de un refresco y unos doritos, pero mejor no, pronto era la cena. Mientras esperaba para pagar, me vino a la cabeza una idea. ¿Por qué haber oído esas 9 letras había despertado tantas emociones? Me monté en el carro y seguí mi camino a casa. Ya cerca de la salida hacia la Av. Muñoz Rivera caigo en cuenta de una posible respuesta. Esas nueve letras y en ese preciso orden, podrían no significar nada para mucha gente. Pero para otros, esas nueve letras encierran toda nuestra vida, o por lo menos gran parte de ella. Con ellas, revivimos buenos y malos momentos, sonreímos, pensamos, disfrutamos, lloramos y muchos también, con ellas, luchamos. Es razón de esperanza que los tiempos presentes hayan hecho que para pocos pasen inadvertidas estas nueve letras: V E N E Z U E L A.

Una fortaleza que urge aprovechar.

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El tiempo se va ocupando de que exista un relevo generacional en todas las esferas de la sociedad. Hasta hace algunos meses, participé en las luchas que se libran desde las universidades del país. Hoy, son otros quienes deben dar y liderar esa batalla. Sin embargo, queda en mi memoria el recuerdo imborrable de muchos momentos y experiencias vividas durante los años de mi lucha estudiantil. Siguiendo el consejo de la autora del artículo The value of memorie publicado en este blog, pienso revivir esta historia para que el conocimiento del pasado enriquezca las herramientas para formar juicios y tomar decisiones sobre el presente.
En la mañana de un sábado varios amigos nos reunimos en un centro comercial de Caracas. El propósito era encontrarnos ahí para luego salir a una caminata que recorrería algunos sectores de Petare, un barrio situado al este de la capital venezolana. Es el más populoso del país y también, es de los más violentos. 
Estábamos sentados disfrutando de unas empanadas con guasacaca y salsa picante mientras llegaba la gente. Paulatinamente el grupo de jóvenes fue acrecentándose, fueron formando varios grupos de conversación. Había una especial emoción porque una de las organizaciones que estaba participando estaba estrenándose y sus miembros manifestaban constantemente la alegría de quién asume un proyecto que tendrá consecuencias importantes.
Entre la gente con la que yo conversaba, se encontraba una muchacha que comentó que ella había salido de su casa esa mañana con mucha ilusión pero con el temor de que podría no regresar. Las historias y cuentos que se oyen de lo que pasa dentro de Petare hacen en cierto modo comprensible el miedo de esa compañera. Ella, dijo que se había despedido de su papás consciente de que capaz nos los volvería a ver.
¿Es exagerado su miedo? Eso no me interesa. Lo que sí es relevante es valorar la fortaleza y el coraje que supuso para esa muchacha estar ahí. Ella sí veía posible no regresar pero a pesar de ello estaba ahí. Estaba porque sabía que era importante y que el país la necesitaba. Eso es fortaleza, eso es valentía. Esa misma fortaleza existe en muchos corazones universitarios y liceístas. ¡Sí la hay! ¡La han demostrado! Hombres y mujeres dispuestos a sufrir por la causa de la libertad.
En estos días que se viven en Venezuela, es necesario recordar que esa fortaleza está presente. Hay que ponerla al servicio de la libertad con una resistencia pacífica que no es lo mismo que pacifismo. Solo puede decirse que se han cumplido los objetivos de una protesta si se ha puesto en evidencia la injusticia y la arbitrariedad del régimen. Solo hemos contribuido al país si se ha dado testimonio con las acciones de la verdad. ¿Cuál verdad? En Venezuela vivimos un totalitarismo.
A los líderes estudiantiles: no teman ser tildados de radicales y de violentos. Promuevan la resistencia activa, desobedeciendo la autoridad ilegítima y haciendo saber la verdad. Fomenten la esperanza. Tengan la certeza de que con la fortaleza que subyace en muchos corazones se puede dar la batalla e iremos destruyendo el totalitarismo chavista y refundando la República de Venezuela.

“Nuevos” Héroes

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Al leer estas líneas sentí la necesidad de difundirlas.

Por: Belisa Guzmán De Navarro
A la muerte de Rafael Caldera hago un llamado a mi generación, los jóvenes, para reflexionar acerca de la historia contemporánea de Venezuela, y ver hacia atrás con la cabeza en alto a esa llamada generación del 28 que obtuvo con muchísimo esfuerzo, en 1958 después de 30 anos de lucha, ese logro tan buscado, la Venezuela Democrática, que prácticamente fundaron de la “nada”, siendo pionera en el continente y ejemplo para muchos.
Una Venezuela que como jóvenes (nací en 1984), recordamos poco, porque desde hace 10 anos, hemos estado sumergidos en un régimen totalitario que se esfuerza por pintar “los 40 años” con su peor rostro posible. Una democracia, que subestimamos, porque tuvimos fallos en la enseñanza de la historia del siglo XX en nuestros salones de clases y porque en nuestra infancia oímos duras críticas contra ella.
Pero nos equivocamos, muy a la ligera se critican los errores y nos cuesta reconocer los méritos y cosas buenas que durante esos 40 años se lograron. Esos años han sido los únicos de la nuestra historia, en donde gozamos de alternabilidad de poder, elecciones limpias, tolerancia hacia diferentes corrientes políticas, autonomía de poderes públicos, libertad. En una sola palabra DEMOCRACIA.
Hoy, a pocos días de la muerte de Caldera, veo el pasado y me reconcilio internamente con la historia del siglo XX de mi país, reconozco que hubo errores de los que debemos aprender para no volver a cometerlos, pero admiro con sencillez lo mucho que lograron. Hombres como Betancourt y Caldera son mis “nuevos” héroes, quienes lograron vencer la autocracia y hacer un país mejor. Tomemos su ejemplo para avanzar con paso firme y buscar las soluciones que Venezuela reclama.

La Navidad. Un compromiso.

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Esta historia comienza con la costumbre que tiene un buen amigo de regalarnos el árbol de navidad todos los años. En estos días, un jueves por la mañana, apareció este amigo nuestro con el árbol de navidad amarrado al techo de su carro. Lo bajó y lo pusimos en el sitio acostumbrado. Empezamos a buscar las cajas con las cosas de navidad que siempre existen en todas las casas pero nadie sabe nunca donde están porque no se han tocado desde el año anterior. Ya con el arbolito de navidad y los adornos a la mano se decoró el árbol lo mejor que se pudo. Digo lo mejor que se pudo porque nos dimos cuenta de que teníamos muy poquitos adornos y el pobre arbolito se veía bastante simplón.
Al día siguiente vino la señora que nos ayuda con la limpieza. Al ver nuestro arbolito tan escaso de adornos comentó que a ella le habían sobrado, que los traería al día siguiente. Le dijimos que no hacía falta, que nosotros ya teníamos pensado comprar adornos nuevos. No sirvió de nada. A los dos días estaba llegando la señora con una bolsa llena de adornos. Ella misma se encargó de ponerlos. Trajo unas cintas doradas y plateadas que las puso alrededor del arbolito rodeándolo de arriba abajo. Guindó en las ramas unos objetos en forma de gota de lluvia, eran de color rojo con la punta plateada. Por último, puso las tradicionales bolas navideñas de distintos colores que también se guindan de las ramas del arbolito.
Al rato paso por enfrente del arbolito repotenciado y me fijo en los adornos. Quedó bonito pero me llaman la atención los dibujos que están en las bolas navideñas que guindan del árbol. Son animales. Hay un tauro, un carnero, unos gemelos, un león. Todos son dibujos muy parecidos a los de los horóscopos. Y mi sospecha se confirmó cuando revisé por detrás de los adornos y estaba escrito: Aries, signo de fuego gobernado por Marte; Tauro, signo de tierra gobernado por Venus; Géminis, signo del aire gobernado por Mercurios, etc. ¡Eran bolas de “navidad” con cada uno de los signos zodiacales!
Me pareció tan llamativa la incongruencia entre las “bolas zodiacales” y el árbol de navidad que me propuse conseguir el verdadero significado del arbolito navideño. Conseguí algo bien interesante. Son unas palabras pronunciadas por el Santo Padre Benedicto XVI en la audiencia que concedió a quienes donaron el árbol de navidad de la Plaza San Pedro:
“En el bosque, los árboles están cerca unos de los otros y cada uno de ellos contribuye a hacer del bosque un lugar sombrío, oscuro a veces (…) Y he aquí que, escogido de entre una multitud, el árbol majestuoso que ofrecéis hoy está iluminado y cubierto de decoraciones brillantes que son como tantos frutos maravillosos (…) Dejando su ropa oscura por una explosión brillante, ha sido transfigurado, convirtiéndose en portador de una luz que no es la suya sino que da testimonio de la verdadera Luz que viene a este mundo (…) La suerte de este árbol también es comparable a la nuestra, nosotros que estamos llamados a dar buenos frutos para manifestar que el mundo ha sido verdaderamente visitado y rescatado por el Señor.”
No quiero en lo más mínimo menospreciar la generosidad y el detalle de servicio que quiso tener esa buena mujer con el pobre y desvalido árbol de mi casa. Pero, esas palabras del Papa son un recordatorio claro de que el sentido de las fiestas navideñas es la conmemoración de la venida de Dios al mundo en la persona de Jesucristo. Es una fiesta exclusivamente cristiana. Sin Cristo, da lo mismo el 25 de diciembre, al 4 de abril o al 17 de noviembre. Ya es una lástima que los símbolos de navidad vayan perdiendo su sentido cristiano, pero es aún peor que representen realidades explícitamente anticristianas.
Sin embargo, estas líneas no pretenden ser en lo más mínimo desalentadoras. Por el contrario, ellas representan un compromiso. Los cristianos y con particular intensidad los católicos, durante estos días que estaremos repitiendo constantemente ¡Feliz Navidad! y ¡Feliz Año! debemos procurar que no sean palabras vacías. Que nuestras felicitaciones transmitan lo que verdaderamente significa la navidad, una alegría inmensa por la certeza de que Dios vino para abrirnos las puertas del Cielo y una renovada disposición del corazón a ser más coherentes con nuestra Fe.
¡Feliz Navidad y mis mejores deseos para los queridos lectores y sus familiares en este próximo año!

El mundo se arregló solo

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Por: Bernardo Graterón

Evidentemente este Blog, no pretende ser un chat para responder mensajes uno tras el otro, sin embargo leer el artículo “Cada quien en su sitio enté donde esté” me hizo recordar un cuento que escuché hace algún tiempo en una conferencia para papás, refiriéndose a la necesidad de cambiar al mundo y cómo hacerlo. Es un cuento ficticio, y muy popular, es posible que ya varios lo conozcan pero siempre es bueno recordarlo o brindárselo a aquellos que aún no lo conocen. Allí va:

Cuentan que un padre y un niño salieron a un largo viaje en carro. Al poco tiempo de haber iniciado, la típica pregunta de niños viajando ¿cuánto falta?, el papá ya experimentado había incluido en su equipaje varios rompecabezas (puzzles) para distraer al niño, entonces le dio uno. Pasado un rato “Papá ya terminé, tienes otro?”, y así sucesivamente con varios rompecabezas hasta que se terminó la provisión que había llevado.
Ante la presión del niño, el papá paró y buscó en algunas revistas que llevaba y consiguió una muy bonita foto del globo terráqueo, así que decidió arrancar la hoja y romperla para improvisar un rompecabezas, mas aún, la rompió en pedazos muy pequeños para que le tome mas tiempo al niño.
Resultó que en muy poco tiempo el niño dice: “Papi listo”. Sorprendido el papá voltea y se da cuenta que es cierto y le pregunta al hijo cómo lo hizo tan rápido, y le responde:
“Muy fácil arreglé primero al hombre que está detrás de la foto y el mundo se arregló solo”

The value of memorie

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This is interesting text written by a very smart friend from Morrisville, North Carolina. When I read the passage it reminded me the reason that moved me to publish this blog. That reason is very well summarized in the following sentence of the passage below: “By sharing our memories and experiences we will give others growth in knowledge and avoid the repetition of errors”. With nothing else to say, these are the words that I received and now wish to share with you:

 Written by: Ruth Bethencourt


For this new school year, I have chosen as an elective the study of the Holocaust in Poland during the time of Hitler. I have studied many interesting things but most of all, the importance of memories. We know what we know about the holocaust because of what the survivors have shared with us despite all the sorrow they might feel when doing so. This way, important history, like this one, will never be forgotten. It is also essential to remember that it is from learning the past that we are able to improve our future. By sharing our memories and experiences we will give others growth in knowledge and avoid the repetition of errors. A very clear example is the story of Viktor Frankl. He has taught us many things from his experience in Auschwitz and ended his book “Man in search for Meaning” with these words that show a beautiful insight to the mystery of man´s freedom : “We have come to know man as he really is. After all, man is that being who invented the gas chambers of Auschwitz; however, he is also that being who entered those gas chambers upright, with the Lord’s Prayer or the Shema Yisrael on his lips”